Manifiesto del cine pobre (Humberto Solas) (2001)

11 enero 2018

Manifiesto del cine pobre (Humberto Solas) (2001)

Durante la I Semana de cine Iberoamericano La Chimenea de Villaverde (Madrid), en la que el director cubano Humberto Solás ha estrenado su último trabajo, Miel para Oshún, protagonizado por Jorge Perugorría, se han sentado las bases del Manifiesto del cine pobre, que se hará público mañana en la clausura.

El director de El siglo de las luces, que ha presidido la mesa redonda Cine rico-cine pobre: ¿hacia una desglobalización cinematográfica?, ha presentado un adelanto del manifiesto, al que ya se han adherido Jorge Perugorría y otros directores iberoamericanos presentes en la muestra. Se trata de una réplica al Dogma danés, más iconoclasta y más político, pero con menos mandamientos. La idea anhela ‘una verdadera democratización del cine’, y pretende constituirse en un proyecto que se implante ‘no sólo en los países subdesarrollados, sino también dentro del cine alternativo que se elabora en los grandes centros de producción audiovisual’.

En palabras de Solás, ‘parecería que dedicarse a la carrera de cine no es compatible con un origen humilde. Pobreza y cine no andan por el mundo de la mano. Pero la revolución tecnológica ha cambiado las cosas de manera radical, y acarreará transformaciones favorables a la democratización de esta profesión que todavía es elitista‘.

El proyecto potenciará ‘un arte que luche contra la globalización y las asepsias culturales que ella predica’; ‘apoyará un arte basado en la identidad de las comunidades mundiales’, militará contra ‘la alienación que supone una cultura del mimetismo y de la subordinación’, y apoyará la investigación ‘de nuevas técnicas en súper 16 milímetros, las nuevas sensibilidades de la película de 35 milímetros, y el posible abaratamiento de costos en el proceso del hinchado de la cinta digital o de la película de 16 milímetros, además de cualquier otra innovación que ayude a realizar cine con un mínimo de recursos’.

Aclaremos los malentendidos

Cine pobre no quiere decir cine carente de ideas o de calidad artística, sino que se refiere a un cine de restringida economía que se ejecuta tanto en los países de menos desarrollo o periféricos, así como también en el seno de las sociedades rectoras a nivel económico-cultural, ya sea dentro de programas de producción oficiales, ya sea a través del cine independiente o alternativo.

Manifiesto del cine pobre

1- El intento de globalización acentúa el abismo entre el cine pobre y un cine rico. Ello comporta, definitivamente, el peligro de la implantación de un modelo único de pensamiento, sacrificando a su paso la diversidad y la legitimidad del resto de las identidades nacionales y culturales.

2- Hoy día, es la revolución tecnológica en el cine, la portadora de eficaces medios de resistencia a este proyecto despersonalizador, al consolidarse progresivamente nuevas posibilidades técnicas, que como en el caso del video digital y su ulterior ampliación a 35mm reducen notablemente los procesos económicos de la producción cinematográfica.

3- Ello repercute en una gradual democratización de la profesión, al desequilibrar el carácter elitista que ha caracterizado a este arte vinculado inexorablemente a la industria.

4- Aprovechar y estimular esta reducción de costos de producción, significará en un futuro inmediato la inserción en la cinematografía de grupos sociales y de comunidades que nunca antes habían tenido acceso al ejercicio de la producción del cine, a la vez que dará perdurabilidad a las incipientes cinematografías nacionales.

5- Ello será el baluarte fundamental para escapar de un sentimiento de indefensión ante el vandalismo globalizador y permitirá legitimar, de una vez y por todas, la polivalencia de estilos, legados y propósitos de un arte que no será patrimonio de un solo país ni de una sola e impositiva concepción del mundo.

6- Para que esto ocurra eficazmente, habrá que derribar el muro del control de la distribución cinematográfica por un solo grupo de mayores o transnacionales, que genera la alienación del público, al no tener éste acceso a las obras de sus autores nacionales.

7- Ello nos permitirá luchar contra el espectáculo de la violencia gratuita cinematográfica, que envilece a las audiencias y especialmente a los espectadores más jóvenes.

8- Una gradual desalienación del público solo será fecunda si los diferentes gobiernos implantan acciones legales que apoyen la producción y la distribución de sus obras cinematográficas autóctonas.

9- Entonces el cine habrá salido, definitivamente de la era de la barbarie.
Humberto Solás
Presidente del Festival Internacional del Cine Pobre